“Estamos en el año 50 a.c. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor…”
Pues sí, fue leyendo “Astérix, el galo” cuando se nos ocurrió hacer el viaje a la increíble región de Bretaña, al noroeste de Francia.
Ya teníamos decidido el “cómo y el cuándo” viajar, faltaba sólo por decidir a “dónde” viajar. Así que, gracias a Goscinny y Uderzo, pronto encontramos también destino para nuestras vacaciones y que mejor forma de hacerlo por primera vez ¡en una autocaravana! ¡nuestra primera vez! ¡después de tantos años deseándolo!
Nos pusimos rápidamente manos a la obra y buscamos una autocaravana de alquiler para convertirla, durante quince días, en nuestra casa ¡y qué quince días pasamos! Lo peor eran los meses que quedaban aún hasta que llegara ese momentazo. Parecía que no pasaban los días. Es lo malo que tiene planificar las vacaciones con demasiada antelación; ya veíamos autocaravanas por todas partes.
Y por fin, después de arrancarle un montón de hojas al calendario, ¡llegó el gran día! Recogimos la autocaravana en la empresa de alquiler, después de un montón de explicaciones y dudas sobre su uso y manejo:, cómo utilizar correctamente la calefacción, la nevera, el agua caliente, saber cómo y dónde vaciar y llenar depósitos, etc. Al principio te abruma tanta información, pero con el uso te das cuenta que todo es “sota, caballo y rey” y que no tiene mayor complicación.
Cargamos la autocaravana con algo de comida, bastante equipaje y un montón de ilusiones y a conducir. ¡Rumbo a Bretaña!
Mapa y bandera de Breizh
Al principio íbamos con más miedo que vergüenza debido a la falta de experiencia de manejar un bicho tan grande como el que llevábamos. Era una autocaravana se seis plazas y viajábamos sólo dos, pero pronto nos hicimos con las riendas y demostramos quiénes mandábamos allí. En realidad, cuando te haces con las dimensiones y respuestas del vehículo, es muy fácil de llevar.
Después de día y medio de viaje, ¡por fin llegamos a Bretaña! La sensación que tienes al llegar allí es la de haber viajado al pasado, la de retroceder en el tiempo. Una región verde, de infinitos bosques y costas agrestes, grandes castillos, pueblos construidos totalmente de granito o casas de entramado de madera que desafían las leyes de la física por mantenerse en pie después de tantos siglos, campos de menhires, historia y leyendas, y por supuesto, una impresionante gastronomía y un curioso idioma propio.
Toda Bretaña, Bretagne en francés, (Breizh en bretón y Bertaèyn en galo), está plagada de banderas bretonas y las indicaciones de tráfico están escritas en francés y bretón.
Nuestro primer destino: Vannes.
Vannes
Vannes es un precioso pueblo en pleno golfo de Morhiban. Aunque las casas de entramado de madera son preciosas, cualquier arquitecto se llevaría las manos a la cabeza sorprendido por cómo, después de tanto tiempo, aún continúan en pie. Llegamos a ver algunas sin una sola fachada vertical, como una casa de palillos a punto de desplomarse. Pero ahí seguían a pesar del paso de los siglos.
Típica casa de entramado de madera
Vannes tiene un castillo con unos jardines de flores muy chulos y un puerto de mar repleto de pequeños veleros. Es increíble la afición que tienen en esa región por los barcos de vela. Las aguas tranquilas del golfo de Morbihan, que literalmente significa “pequeño mar” en bretón, y el hecho de no estar demasiado expuesto a mar abierto, lo convierten en un ideal para navegar por sus aguas tranquilas, a las que no les falta el viento.
Paseando por el pueblo descubrimos un bosque precioso que atravesamos para llegar al camping donde teníamos aparcada la autocaravana. No se alcanzaba a ver el cielo debido a su frondosidad.
Vannes
De Vannes partimos a conocer el resto de pueblecitos del golfo, como es el caso de Auray, un precioso pueblo de pescadores.
Auray
Ningún visitante puede ir a Locmariaquer, y no visitar sus famosos monumentos megalíticos y su gran menhir de más de 20 metros de longitud y 280 toneladas. Ni Obélix con sobredosis de poción mágica podría haberlo levantado.
Un poco más al norte nos encontramos con Carnac, con multitud de alineaciones de menhires, túmulos y dólmenes del año 5000 a.c. Un auténtico viaje por la Prehistoria.
Alineamientos de menhires en Carnac
Otro de los destinos que teníamos apuntados para visitar en nuestro viaje era Doëlan, precioso y tranquilo puerto pesquero muy cerca de Le Pouldu.
Le Pouldu es el pueblo donde el famoso pintor post impresionista Paul Gauguin pasó parte de su vida inmortalizando sus costas en sus cuadros.
Una vez allí, se puede visitar la casa donde vivió o dar un agradable paseo por la costa en una ruta bien señalizada con marcas de hitos en lugares en los que Gauguin se sentaba a pintar y donde puedes contemplar reproducciones de algunas de sus obras. Es curioso poder observar y comparar el cuadro que pintó en ese mismo lugar y el paisaje real al que hace referencia al mismo tiempo.
Le Pouldu
Estos han sido los primeros días de nuestro fascinante viaje en autocaravana por Bretaña.